martes, 23 de octubre de 2012
DIFICULTAD DE LA FILOSOFÍA
Hay una razón por la que la filosofía resulta particula
te difícil: en ella se formulan preguntas inquietantes
las cuales no siempre hay respuestas definitivas. Por
la filosofía consiste básicamente en aprender a pensar y
en memorizar, ni repetir lo que otros han dicho. La co
secuencia de esto es que al poner en obra la reflexión filo-
sófica, nos arriesgamos a cuestionar incluso aquellas
creencias y opiniones que consideramos más sólidas.
En síntesis, para algunos la filosofía parece difícil porque
obliga a pensar de un modo poco frecuente, ofreciendo
a veces más dudas que respuestas. Hacer filosofía, por
tanto, implica someterse a la duda profunda reconocien-
do la propia ignorancia.
El filósofo británico Bertrand Russell decía que algunas
ideas filosóficas pueden ser fáciles de enunciar, pero que
es difícil llegar a ellas con seguridad y comprender plena-
mente lo que significan. Lo cierto es que no se puede
entender una respuesta si antes no se ha comprendido
bien la pregunta.
Por ello, es perfectamente inútil estudiar el listado de res-
puestas que ofrece la filosofía si antes no hemos medita-
do las preguntas que la motivan.
Otra notable razón de la dificultad de la filosofía se deri-
va de la peculiaridad de su lenguaje. La filosofía no se
ocupa de objetos corrientes; de ahí que su lenguaje no sea
el lenguaje común. Los conceptos filosóficos encierran su
propia especificidad y su propio rigor, ambos necesarios
para la exposición teórica de sus indagaciones. Al igual
que las ciencias y los saberes particulares, la filosofía exige
la apropiación de sus nociones y categorías, las cuales por
lo general suponen un considerable grado de abstracción
y de generalización.
¿Qué alcance tiene la filosofía?
Otra de las dificultades que enfrentan los que se aproxi-
man por primera vez a la filosofía es que esperan dema-
siado de ella. Sin embargo, como cualquier creación
humana, la filosofía tiene limitaciones. No podemos pedir-
les a los médicos que nos hagan vivir eternamente. Así, a
la filosofía no se le pueden pedir verdades absolutas.
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